Poner fin a todas las formas de discriminación contra mujeres y niñas no solo es un derecho humano fundamental, sino que también es esencial para el desarrollo sostenible. Se ha demostrado repetidamente que empoderar a mujeres y niñas genera un efecto multiplicador que promueve el crecimiento económico y el desarrollo a nivel global.
El PNUD ha colocado la igualdad de género en el centro de su labor y hemos observado un progreso significativo en los últimos 20 años. Hoy en día, más niñas asisten a la escuela en comparación con hace 15 años, y la mayoría de las regiones ha alcanzado la paridad de género en la educación primaria.
Sin embargo, a pesar de que hay más mujeres que nunca en el mercado laboral, persisten grandes desigualdades en algunas regiones, y las mujeres siguen siendo sistemáticamente privadas de los mismos derechos laborales que los hombres. La violencia y la explotación sexual, la distribución desigual del trabajo no remunerado—tanto en el hogar como en el cuidado de otras personas—y la discriminación en la toma de decisiones en el ámbito público son obstáculos significativos que aún permanecen. Además, el cambio climático y los desastres continúan afectando desproporcionadamente a mujeres y niños, al igual que los conflictos y la migración.